Desde 1996, inicio de las adopciones en Navarra, un total de 1.400 menores han sido adoptados por familias de la Comunidad Foral, según indicó ayer José Luis Martínez, psicólogo y jefe del negociado de Adopción en el Gobierno de Navarra, en una mesa redonda organizada con motivo de la Asamblea General de la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento (Cora). Este número es «bastante alto» por lo que es muy necesario el «desarrollo de los programas postadoptivos en Navarra».
«La postadopción es importante porque tenemos que darnos cuenta que cuando adoptamos también estamos haciendo una labor de protección de la infancia, los niños y niñas vienen con una serie de daños que les tenemos que ayudar a superar», sostuvo Adolfo García, coordinador general de Cora. La fundadora de esta organización, Ana Ancín, advirtió de que la formación «nos ha llegado tarde y sin calidad».
Para solucionar las carencias que existen en este campo, Martínez propuso que se avance en programas para después de las adopciones. Deberían incluir formación, autoayuda, la intervención de un psicoterapeuta, apoyo a profesionales como docentes y sanitarios que vayan a tener contacto con el menor adoptado y un modelo específico de búsqueda de orígenes. En este sentido recordó que «actualmente está por encima el derecho del menor a conocer su identidad que el derecho a la intimidad de los padres biológicos».
En la mesa redonda también participó Alessandra Moro, psicóloga y psicoterapeuta en Padua, localidad italiana donde se plantea la postadopción como «un servicio público». Moro defendió que este método debe ser «individualizado» y que vaya «cambiando y progresando a lo largo de los tres años que dura».
Otro de los retos que se plantean ahora en la adopción es el de «ajustar los ofrecimientos y las necesidades», planteó Martínez. Lo que esto significa es que «el prototipo de niño pequeño y sano no existe hoy, los menores que hay en los orfanatos tienen necesidades especiales» (patologías, son grupos de hermanos o mayores de cinco años), explicó el coordinador general de Cora, que defiende que se «inviertan los flujos, en vez de ser 33.000 familias con posibilidad de adoptar para 2.573 menores, a nivel estatal, se busque el perfil de familia idónea cuando un niño es abandonado».
El número de niños y niñas que se adoptan se ha reducido a la mitad desde 2005, pero esto no es negativo sino que implica «un mayor número de normativas», que buscan que la «adopción internacional sea la última opción», ya que «lo mejor es que se puedan quedar en su país».
García propone que esto también se aplique en el Estado, ya que hay 30.000 niños en orfanatos que no se adoptan porque en estos casos el proceso se alarga. En las adopciones nacionales debe haber un periodo preadoptivo de 6 meses, algo que no ocurre con menores extranjeros y que «lamentablemente se suele extender hasta los dos años».