Un grupo de cuarenta familias, la mayoría españolas, han recurrido al rey Mohamed VI de Marruecos con una carta en la que piden su intercesión para la concesión de una adopción, tras más de un año de espera.
La carta, a la que tuvo acceso Efe, fue enviada a finales de diciembre al Palacio Real a través de un contacto -con otra copia para el Rey Juan Carlos de España-, y ha sido firmada por unas cuarenta familias, en su mayoría españolas pero también francesas, canadienses y estadounidenses.
La concesión de «kafalas» (adopción musulmana con ciertas restricciones) permanece bloqueada desde hace un año, el mismo tiempo que lleva en el poder el gobierno, encabezado por el islamista Abdelilah Benkirán.
Fue precisamente uno de los hombres más cercanos a Benkirán, el ministro de Justicia, Mustafá Ramid, quien en septiembre pasado se mostró contrario a la concesión de esos permisos.
Mediante una circular enviada a los fiscales -cuyo beneplácito es obligatorio para iniciarse toda «kafala»-, Ramid les conminó a que rechazaran aquellas en las que los padres no pudieran aportar pruebas de residencia efectiva en Marruecos para garantizar así el correcto «seguimiento» del niño entregado.
La «kafala» es un concepto islámico que impide que el niño pierda su nombre, su religión, su nacionalidad y su filiación hasta su mayoría de edad, lo que la acerca más a un régimen de tutelaje.
Teóricamente, el juez de menores que concede la «kafala» debe seguir los pasos del niño -a través de los consulados- para verificar que las condiciones se respetan, pero lo cierto es que nunca se hace.
«Ni siquiera en Marruecos nos hacen seguimiento», apunta una madre adoptiva marroquí.
En la carta entregada al rey de Marruecos, hasta ahora sin respuesta, los padres firmantes señalan que la condición que se les ha impuesto es sencillamente imposible de cumplir, pues pasar a residir (y no de manera ficticia, o temporal) en el país significaría perder sus trabajos y con ello sus medios de sustento.
Por ello, le piden que interceda por ellos para que la nueva exigencia -la de ser residente- no sea retroactiva, es decir, no se aplique a todos los que desde hace meses tienen un niño asignado al que cuidan, alimentan, visten y cambian los pañales en un estricto régimen de visitas, en Rabat, Casablanca, Tánger y Agadir.
Son muchos los padres que han pedido permisos en sus trabajos, miles los euros gastados para amueblar un apartamento durante estos meses, semanas de trámites administrativos y policiales para conseguir un certificado de residencia, todo ello sin la menor certeza de que un día podrán salir con «su» niño del país.
Además, hay señales que no son alentadoras: en Agadir (sur), un juez ha pedido que los padres con niño asignado pasen una especie de examen religioso para comprobar la veracidad de su conversión al Islam, que es obligatoria para acceder a la «kafala».
Y en Rabat, otro juez del Tribunal de Apelación ha ido más lejos y ha anulado por vicios de forma «kafalas» concedidas años atrás a niños que ya viven en Francia y España, y cuyos padres se preguntan ahora qué les va a suceder y si tendrán que repetir todo el proceso en un contexto mucho más difícil.
El miedo con el que viven muchos de los padres adoptivos que están a la espera ha hecho que varias decenas de afectados no quieran firmar la carta al rey, ni tampoco hablar con periodistas, en la creencia de que la discreción es lo único que funcionará.
La abogada Nadia Mouhir, que representa un buen número de familias adoptivas en Rabat, asegura que Ramid ha sido influenciado por «tres o cuatro» marroquíes residentes en España que le han contado por carta o de viva voz que hay niños dados en «kafala» a los que se corta el contacto con su país y que son incluso convertidos al cristianismo.
Según Mouhir, el impacto que Ramid recibió al escuchar estos casos hizo que tratase el tema con una suerte de «célula de crisis» dentro de su gobierno, por lo que la polémica circular que exige la residencia es en realidad una decisión colegiada.
Mientras tanto, como dice Mouhir, los niños de los orfanatos y los padres que los acunan y alimentan desde hace un año son rehenes de una situación que ni en sus peores pesadillas llegaron a imaginar.
Fuente : EFE