En la antigua Mesopotamia ya existían leyes que regulaban la adopción de un hijo, en Grecia el protocolo consistía en dejar al bebé dentro de una vasija en un camino y esperar a que alguien lo recogiese, en Roma se crearon las primeras casas de acogida de huérfanos, en los fueros medievales adoptar era considerado un privilegio, a finales del siglo XIX había anuncios en la prensa demandando padres adoptivos y durante la guerra civil española la adopción se hacía con criterios políticos e ideológicos. Estas son las principales conclusiones de una tesis universitaria coruñesa que revela que la adopción no es en absoluto un fenómeno reciente
La adopción no es un fenómeno reciente. Ya en la antigua Mesopotamia había leyes que regulaban este proceso que se convirtió en todo un ritual en Grecia y Roma, un privilegio en la época de los fueros medievales o un arma ideológica durante la guerra civil española. Cambiaron las formas y el control sobre el proceso adoptivo, pero no sus objetivos. «A lo largo de toda la historia se repite la principal función de la adopción: perpetuar la estirpe», señala Manuel Baelo, autor de la tesis La adopción. Historia del amparo socio-jurídico del menor, en la que hace un repaso por la historia de la adopción en el mundo y en España. Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, este profesor universitario acaba de recibir una mención internacional por este trabajo, que presentó este mes en la facultad de Sociología de A Coruña. Un trabajo que inició en el año 2006 y para que el que tuvo que consultar entre 2.000 y 3.000 fuentes bibliográficas entre archivos históricos, crónicas parlamentarias o prensa de la época.
El estudio de Baelo arranca en la antigua Mesopotamia. El Código de Hammurabi -creado hacia 1750 antes de Cristo por el rey de Babilonia del mismo nombre- es uno de los conjuntos de leyes más antiguos encontrados hasta el momento y en él ya se habla de la adopción. «Si uno tomó un hijo en adopción como si fuera su hijo, dándole su nombre y lo crió, no podrá ser reclamado por sus parientes» o «Si uno adoptó un niño y cuando lo tomó hizo violencia sobre el padre y la madre, el niño volverá a casa de sus padres» son solo algunos de los artículos en los que se hace referencia a este proceso. «En la antigüedad la adopción estaba muy vinculado con tener un heredero, con cuestiones religiosas», indica Baelo, quien asegura que en el Código de Hammurabi también hay artículos que hacen referencia a lo que ahora se conoce como «maternidad subrogada o vientre de alquiler».
Al llegar a la antigua Grecia y Roma, el proceso de adopción se rodea de rituales. «En Grecia había una especie de protocolo. Si un padre quería dar en adopción a su hijo lo dejaba en una vasija funeraria en un camino y la gente sabía que podía llevarse a ese niño», indica Baelo, quien añade: «Si el niño era recogido era como volver a nacer porque hubo casos de pequeños que nadie adoptó y bien eran comidos por animales o bien morían por inanición». Pero, según recoge esta tesis, durante la antigüedad fue en Roma donde la adopción «vivió su máximo esplendor». También aquí aparecen los rituales. «El padre del pequeño levantaba al hijo en brazos y si lo dejaba en el suelo era señal de que quería que lo adoptasen», indica Baelo, quien recuerda que en la época de los romanos «llegó a preferirse un hijo adoptado que uno biológico». «Las grandes dinastías como los antoninos o los augustos preferían adoptar para así poder elegir quienes serían sus sucesores», sostiene y recuerda que fue en esta época en la que aparecen los precedentes de las instituciones que acogen a niños huérfanos: los alimenta romanos, en los que se ayudaba a pequeños sin familia.
Pero los rituales en torno al proceso adoptivo continuaron en civilizaciones posteriores e incluso dieron nombre a frases hechas como «meterse en camisa de once varas». «Este dicho procede de la Edad Media, cuando para simular la adopción se obligaba a que el niño se metiera por la manga de una camisa y saliese por la otra. En otros casos el niño se metía por debajo de la falda de la madre adoptiva y salía, todo para simular la filiación biológica», indica Baelo, que trabaja como profesor en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidade de Vigo, quien para investigar la adopción a partir del medievo no dudó en analizar todas las leyes de los diferentes fueros que había en España. «En casi todos, la adopción se englobaba dentro de los privilegios de los señores», indica.
Al llegar a la Edad Moderna (desde finales del siglo XV hasta mediados del XVIII) comienza a producirse una estimagtización de los niños abandonados por sus padres, según la tesis defendida por Manuel Baelo. «Es cuando comienza a hablarse de los expósitos y tienen una gran repercusión, se les ponen apellidos como Expósito, De la cruz que los clasifican y denotan que son niños abandonados», indica Baelo, quien resalta que pese a ello la adopción en España nunca fue algo «oculto o secreto» hasta después del año 1940.
Prueba de ello es lo que sucedía entre finales del XIX y principios del XX. «Si algún matrimonio desea prohijar debe acudir a la calle (…)», rezaba un anuncio en prensa en 1921. No era el único. En esa época proliferaban los anuncios en los que se solicitaban padres adoptivos o se ofrecían niños en adopción con todo lujo de detalles. «Se podía incluso elegir el bebé a la carta», indica Baelo, quien reconoce que en esos años había una especie de contradicción en la forma en la que la prensa abordaba el tema. «Por una parte se elogiaba la actitud de los padres adoptivos como una acción caritativa, solidaria y por otra se hablaba de los niños adoptados como hijos de segunda que muchas veces sufrían malos tratos, que se les quería como una especie de criados, etc…», sostiene. Es en esta época, en 1889, cuando se incluye por primera vez en el Código Civil español una norma para regular el proceso adoptivo. «No llegó a aplicarse hasta después de la guerra civil», indica Baelo.
Otra de las conclusiones de la tesis La adopción. Historia del amparo socio-jurídico del menor es que las adopciones siempre están relacionadas con los acontecimientos históricos de la época. Por ello, durante la Guerra Civil se convirtieron en un «instrumento político e ideológico». «España se dividió en dos bandos y los niños también: había huérfanos del marxismo y del fascismo», recuerda Baelo, quien resalta: «Las organizaciones políticas comienzan a controlar la entidades benéficas y a la hora de adoptar comienzan a primar criterios políticos». Eso sí, cada bando actuaba a su manera. «Los republicanos publicaron una ley que regulaba cuestiones como la edad para poder adoptar o la revocación y enviaron masivamente a niños huérfanos en la guerra al extranjero para que fueran adoptados en otros países», indica Baelo, quien revela que el bando nacional optó por la vía contraria. «Crearon instituciones de acogida para los niños e intentaron repatriar a los que los republicanos habían enviado al extranjero», indica. Los anuncios de la época reflejan el criterio ideológico a la hora de adoptar y que había niños de 1º (los del bando nacional) y de 2º (republicanos) a la hora de adoptar. Estar bien de salud o que el padre hubiese muerto en defensa del bando nacional eran los requisitos que exigía un anunciante. Además, unos y otros lanzaban lemas como En Madrid no hay niños inclusos o La adopción es una institución revolucionaria para ganar adeptos a su causa.
La situación empeora al llegar la postguerra ya que las adopciones comienzan a ser algo «oscuro y secreto», según la tesis presentada en A Coruña. «La nueva política familiar crea la figura del protector social y hace que todo el proceso de adopción lo gestionen las inclusas, las entidades benéficas que acogen a los niños abandonados», sostiene Baelo, quien ve en esta época las bases para comprender los casos de bebés robados. A ello se suma las presiones del bando ganador para que los reclusos que tengan hijos den a sus niños en adopción. «Se puede hablar casi de robo, de que le arrebatan a los niños de menos de 3 años argumentando que es una forma de expiar su delito», indica Baelo. «Entregar a los niños es una forma de reparar el daño que han hecho a España», se podía leer en una crónica de la época, recogida ahora en esta tesis universitaria. Pero en esta época también se producen adopciones internacionales. «A finales de los años 40, muchas familias españolas adoptan a niños polacos y austríacos», indica.
La tesis de este profesor gallego solo abarca hasta el año 1958, fecha en la que el sistema de adopción español cambia. «Se sientan las bases para el proceso tal y como lo conocemos hoy en día, se prioriza el interés del menor, se administraliza el proceso…»,