» La adopción nacional está parada en Asturias»

Respaldada por 130 socios, Asturadop es la mayor asociación de adoptantes y acogedores de Asturias, y Ana Lamela (Viveiro, 1964) acaba de coger el timón. Con una hija biológica y otra adoptada, de 14 y 9 años, la flamante presidenta lanza un ofrecimiento como presentación: «La asociación no rechaza a ningún tipo de familia. Monoparentales, parejas heterosexuales, homosexuales. A todas queremos tenderles una mano. Y, sobre todo, a las que acaban de entregar su solicitud de adopción, porque, por experiencia, sabemos que son años duros, que el periodo de espera se hace muy largo y que las familias se sienten muy solas y perdidas. A esas familias les diría que se acercasen, que me llamasen cuando quisieran. Estamos para eso». Lamela sabe que, en muchos casos, los adoptantes se embarcan en un proceso que exigirá no menos de 6.000 euros, en las adopciones internacionales, y no desesperar.
-¿Cómo se enroló en esto?
-A nuestra hija pequeña la adoptamos con tres años. Fue una adopción nacional. Y ya lleva con nosotros seis. Cuando conocí a Pablo y decidimos formar una familia, los dos teníamos claro que queríamos adoptar. Y, cuando llegó el momento de aumentar la familia, lo quisimos hacer realidad.
¿Cómo está la cosa en Asturias?
Las cosas se están poniendo muy crudas para todo el mundo. La adopción internacional es muy complicada porque los países exigen cada vez más requisitos y los tiempos se dilatan. Y, si las cosas están complicadas para una pareja heterosexual, mucho más para familias monoparentales y para parejas del mismo sexo. En las leyes de un país no te puedes meter, pero no puedes evitar pensar qué pasa con todos esos niños y niñas.
-¿Hablamos de una media de cuatro o cinco años de espera?
-Yo diría que más si hablamos de adopción internacional. Que anda por los seis, aunque depende de cada país. Y, claro, te desesperas. Si hablamos de la vía nacional, una adopción puede tardar una media de cuatro años.
¿Y eso cómo se explica cuando en Asturias hay 400 menores en instituciones públicas?
Hay muchos factores que tenemos que entender a pesar de que, cuando te metes en esto, lo único que quieres es tener a tu hijo o a tu hija y lo pasas muy mal durante la espera. Lo que hay que comprender es que hay que buscar familias para los niños, no niños para las familias. No tenemos un catálogo de niños para elegir. Somos nosotras, las familias, las que estamos ahí para que nos elijan. Eso tenemos que tenerlo claro. Y estoy de acuerdo con la Administración en que, cuando se asigna un niño o una niña, hay que escoger a la mejor familia para él o ella. Porque estos niños ya sufrieron una separación. La mayoría de las adopciones salen bien, pero no podemos hacerles pasar por otra separación más.
¿Queremos pequeños a la carta?
Ahora mismo, adoptar a un bebé es casi imposible. Eso, las familias que solicitan una adopción deberían pensarlo. Además, hay ciertas cosas que están metidas en las cabezas de todo el mundo como que, si adoptas un bebé, va a sufrir menos, va a tener menos dificultades, vas a educarlo a tu manera. Es verdad: cuanto más tiempo pasen en una institución, más dañados vienen, pero todos los niños llegan con una mochila. Todos: tengan tres días, dos meses o seis años. La herida de la separación o el abandono la tienen.
Pero niños hay…
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lo más 50 Sí. Hay muchos niños mayores de seis años, grupos de hermanos o niños con alguna discapacidad o enfermedad que no tiene por qué ser grave. También me gustaría que las familias reflexionasen sobre eso. Ya sé que es una dificultad añadida, que da miedo, pero que se informen de las posibilidades, de las características de estos niños y niñas, y que, luego, decidan. A veces, nos asustan cosas que desconocemos. La edad, por ejemplo, y hay adopciones de niños de siete años o más que han salido estupendamente. Yo pienso que tener un hijo o una hija, si es deseado, siempre es maravilloso.
Una mochila que siempre está ahí…
Sí. Por eso yo espero que todo el mundo hable de adopción en sus casas con toda naturalidad desde que son bebés. Porque, cuanto más esperas, es más difícil. Para los niños, también. En realidad, la adopción es otra forma de hacer familias. No hay que dramatizar. Y el niño tiene derecho a conocer su pasado. No se lo podemos ocultar, porque, además, la mayoría van a querer buscarlo. Tienen derecho a la verdad. Y no hay nada más doloroso que el vacío, que un pasado sin datos.
-¿El trabajo de la Consejería de Bienestar Social es el correcto?
Siempre hay cosas que se pueden mejorar. Hemos solicitado una reunión con la consejera y, por ahora, no obtuvimos respuesta. Ahora mismo, lo que más nos preocupa es la situación de la adopción nacional, que está casi parada. Y queremos saber por qué, que nos expliquen por qué está pasando esto. Hay que buscar soluciones y agilizar lo más posible. Estamos hablando del derecho de los niños y niñas a tener una familia, y eso debería primar.
¿Los certificados de idoneidad llegan en tiempo y forma?
Va demasiado lento. El tiempo legal, que deberían ser seis meses, normalmente, no se cumple. Hay muchas familias a las que les hacen las entrevistas justo en el momento de la asignación. De ahí la desesperación: porque, durante cuatro años, no pasa nada. Y piensas: ‘No puede ser. Algo se tiene que mover’. Eso es muy duro.
¿Qué preocupa a padres y madres?
Por ejemplo, la adolescencia, porque, además de la bofetada que te da la vida en esa etapa, los niños y niñas adoptados tienen muchas preguntas que hacerse. Por ejemplo, hay toda una generación de niñas chinas que están alcanzándola ahora. Y se crean situaciones difíciles porque es una etapa en la que todos queremos romper con nuestras familias, pero nuestros hijos e hijas tienen más de una, y convivir con dos, la biológica y la adoptiva, se hace muy cuesta arriba en esta época.
¿A qué se refiere?
En una adopción somos tres partes: el niño, la familia de adopción y la biológica. Ellos tienen un vacío y es fundamental llenarlo. Por eso es una suerte tener datos de la familia biológica, algo que depende mucho de los países. A veces, los niños idealizan y lo mejor es que sepan la realidad. Es un proceso en el que hay que acompañarles y llevarles de la mano, porque, cuando empiezas a escarbar en el pasado, nunca sabes lo que te vas a encontrar.
-¿Qué pasa con el 1% de adopciones que no salen bien?
-Parece escandaloso, pero ¿cuántas familias biológicas no resultan? Entra dentro de lo humano, aunque se me ponen los pelos de punta sólo de pensar en que un niño que ha pasado ya por un abandono vuelva a una institución. Yo me quedo con la parte positiva: para el resto de las familias es maravilloso.

Fuente : El Comercio

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